Los cambios bruscos siempre han sido causantes de situaciones tanto buenas como malas para la humanidad, y la pandemia que estamos transitando no es la excepción.
Aunque ya venimos cansados de encontrarnos con información relacionada a la realidad en la que estamos inmersos, lo que a continuación voy a exponer no es más que un análisis del efecto que nuestra propia humanidad tiene sobre los obstáculos que se nos presentan, buscando siempre estar un poco mejor. Si bien esa posibilidad existía antes de principios de 2020, fue este dichoso virus el que nos obligó a salir de aquella “comodidad” en la que nos encontrábamos inmersos, dándonos el impulso necesario para despertar ese instinto, algo que, en lo personal, considero bueno dentro de todo lo malo que estamos viviendo.
Estoy hablando de la explosión de las blockchains (cadenas de bloques), pero no solo desde el punto de vista que puede tener un inversor como oportunidad de hacer crecer su capital, sino mirando este mundillo a nivel de la tecnología y las aplicaciones que se están implementando y mejorando día a día, situación potenciada por el aislamiento que se ha vivido en estos últimos meses.
Mucho de lo que hoy vemos como noticias novedosas en cuanto adopciones, alianzas tácticas e implementaciones eran cosas en las que ya se venía trabajando hace tiempo, ideas que se estaban gestando incluso antes del nacimiento de bitcoin, aunque muchas no encontraron el cómo hasta que aparecieron y evolucionaron las diferentes cadenas de bloques con las que hoy contamos.
Las cadenas de bloques son redes con una moneda madre (criptomoneda), que por lo general se utiliza para pagar los eventos (transacciones) que ocurren sobre la misma, y el resto del ecosistema que corre sobre estas cadenas se basa en tokens que cumplen funciones variadas a diferentes niveles.
Sin ahondar en detalles técnicos, todos estos ecosistemas brindan infinitas oportunidades de aplicación si se desarrollan consistente e inteligentemente, trayendo formas novedosas de tratar o trabajar diferentes cuestiones de nuestro día a día, ya sea finanzas descentralizadas (algo que está muy de moda hoy), comercialización de piezas únicas de arte y música digitalizadas, trazabilidad y seguimiento de diversos activos, transacciones bancarias seguras, internet descentralizada mediante infraestructura y aplicaciones que no dependen de una sola compañía (streaming de audio y video, almacenamiento y procesamiento en la nube, etc.) y mucho más.
Imagínese un servicio de música en la nube, pero pagando su uso demanda o en forma casi directa al artista de la pieza de música que tanto le gusta, o un trámite de cambio de domicilio del cual todos los servicios esenciales (y otros) tomen dicha información como válida para hacer el cambio de titularidad en sus sistemas de una sola vez (sí, una sola vez sin tener que ir a cada compañía a informar dicho cambio), o la compra/venta de un bien y cambio de titularidad casi instantánea con registro de la operación visible desde, por ejemplo, cualquier registro automotor o de vivienda. Todo esto hoy es posible y es solo cuestión de tiempo de que se implemente y sea moneda corriente.
Entre los casos de mayor adopción podemos mencionar al día de hoy: gestión de cadenas de suministros, seguros (con posibilidad de eliminar mediadores), mejora en el cuidado de la salud, sistemas notariales automatizados, sistemas de verificación de propiedad y transferencias para bienes raíces, identidad digital multiplataforma inmune a violación de datos, actualización del mercado energético, plataformas de contenido sin intermediarios, internet de las cosas (IoT) con un enfoque mejorado y seguro en cuanto a los datos compartidos, sistemas de votación transparente con votos inmutables, verificables y confiables, organizaciones autónomas descentralizadas que evitan la burocracia y las malas gestiones, seguridad alimenticia con alimentos rastreables, contenido multimedia digital permitiendo que los autores puedan vender sus creaciones sin tener que pagarle a un tercero, mejorando además la privacidad y proporcionando protección de los derechos de mismos, viajes organizados con pagos de seguros, gestión de equipaje, servicios identificación y esquemas de fidelización de clientes, sistemas bancarios mejorados con transacciones internacionales más rápidas, seguras y baratas, ciberseguridad potenciada por el uso de almacenamiento descentralizado de datos sin puntos de ataque fijos y control sobre ataques DDoS, y, por sus puesto, criptomonedas que facilitan las transacciones entre interesados sin intermediarios.
La velocidad de desarrollo de esta tecnología es tan apabullante y su adopción se está masificando con de tal forma que a quien no se eduque y se mantenga informado regularmente sobre el tema, le resultará difícil entender lo que hoy está pasando bajo sus narices. No es de extrañarse que, en un futuro no muy lejano, todos (los que ya entendemos y los que no) nos veamos obligados a usar la tecnología blockchain de algún modo u otro.
El cambio es inminente: nuestros sistemas financieros obsoletos deberán actualizarse, la forma de manejar y verificar la información será más rápida, simple, confiable y segura con lo cual mucho de lo que hoy conocemos ya no será igual.
Por todo esto, si usted es uno de los que aún no entiende lo que se está tratando de explicar aquí, quizás sea hora de que comience a leer un poco más acerca de esta tecnología, ya que va a ser parte de su futura “nueva realidad” (manejo de dinero, oportunidades de trabajo y un futuro mejor y más equitativo). Aquellos que no se eduquen y adapten, serán esclavos de su propia ignorancia y dependientes de aquellos que sí se estén preparando para el futuro.
MARIANO LENKIEWICZ